Madera y sostenibilidad

Una definición de gestión sostenible de los bosques generalmente aceptada es: “la administración y uso de los bosques y del terreno forestal de una manera y a un ritmo que mantenga su biodiversidad, su productividad, su capacidad de regeneración, su vitalidad y su posibilidad de satisfacer, tanto ahora como en el futuro, funciones ecológicas, económicas y sociales relevantes a nivel local, nacional y global sin causar daño a otros ecosistemas.” (Pan European / Helsinki Process).

En términos simples, el concepto puede describirse como la consecución de un equilibrio entre la demanda social, cada vez mayor, de productos y beneficios forestales y la conservación de la diversidad y salud de los bosques. Lograr este equilibrio es esencial para la supervivencia de los mismos y para el bienestar de las comunidades que, en todo el mundo, dependen de ellos para su existencia.

Cada vez más, se contempla el consumo y aplicación de la madera en la edificación y hay razones evidentes para ello, pues considerando todos los factores de su ciclo de vida, el comportamiento medioambiental de la madera es superior al de otros productos empleados en la construcción, puesto que necesita un menor gasto energético en su producción, es natural, biodegradable, reciclable, es un excelente aislante y no es tóxica, además de fijar CO2 en su crecimiento.

Traemos al lector uno de los más recientes proyectos de edificación con madera, la nueva escuela de estudios forestales y medioambientales de la Universidad de Yale, Nueva Inglaterra, que pasa por ser uno de los edificios más “verdes” de Estados Unidos, que ha obtenido la calificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) de platino, la categoría más alta en el sistema estadounidense de construcción ecológica.

Se trata del Kroon Hall, todo un reto de construcción sostenible proyectado por el estudio de arquitectura Hopkins Architects, cuyo atractivo reside en el empleo de la madera de roble rojo estadounidense procedente de sus propios recursos forestales, combinado con el hormigón visto como segundo material de interior que protagoniza el conjunto, en lo que supone una exquisita combinación arquitectónica de lo cálido y lo frío, y con la piedra en el exterior. El resultado es un edificio “carbon neutral”, con orientación este-oeste, que combina aspectos de la arquitectura bioclimática (orientación, iluminación, ventilación…), junto con una elevada masa térmica, ganancia solar y aislamiento para reducir su demanda energética.

Esta es la primera vez que Hopkins ha trabajado con madera de roble rojo estadounidense, aunque sí ha empleado roble blanco en proyectos como el Porticullis House, el edificio parlamentario de Reino Unido, y en el Haberdashers´Hall, en la ciudad de Londres. Para Hopkins, el roble rojo tiene más carácter que el blanco y aporta “más variación y calidez” al conjunto del proyecto.

Eficiencia Energética

En el apartado de eficiencia energética, el edificio contempla un sistema geotérmico para climatización, con perforaciones de hasta 500 m de profundidad, así como de paneles solares fotovoltaicos en la cubierta.

Además, los ascensores funcionan mediante un sistema de contrapesos hidráulicos, que requiere menos energía que los sistemas tradicionales y precisa poco mantenimiento debido al menor desgaste de sus componentes.

Al hallarse sobre un terreno en pendiente, su estructura abovedada se compone de dos plantas que llegan a ser tres en la parte en la que la superficie se inclina, e incorpora patios interiores que aportan luz y espacio al conjunto.

Curiosamente, los espacios públicos del edificio ocupan el piso superior, quizás para democratizar las impresionantes vistas que dibujan el entorno, mientras que las oficinas se encuentran en el inferior y una escalera central conecta los distintos planos espaciales. Uno de los detalles más curiosos que contribuyen al equilibrio térmico y al ahorro energético del edificio es el dispositivo que se ha instalado junto a las ventanas y que indica a través de pequeñas luminarias rojas y verdes, a modo de semáforo, cuándo resulta idóneo abrir o cerrar cada ventana.

Además de las paredes, la madera se ha empleado para cubrir la bóveda que recorre el edificio en toda su longitud y a la que se han practicado aperturas para aprovechar la iluminación natural y los sistemas de aspersión contra incendios así como para el sistema acústico.

El exterior del edifico lo protagoniza una piedra de color amarillo claro que se ha utilizado mucho en los edificios del campus, de forma que Kroon Hall combina perfectamente con sus vecinos. Hay un sistema de recogida de agua de lluvia que no sólo recoge el agua de los tejados sino que también usa el jardín del patio sur para ayudar a limpiarla. El agua de lluvia se manda al área de las plantas acuáticas que filtran los sedimentos y los contaminantes. De ahí va a los tanques de almacenamiento bajo tierra y se usa para las cisternas de los baños. El sistema descrito se estima que ahorra a la escuela forestal casi 2 millones de litros al año.

 
 
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