Las smart cities reindustrializarán las ciudades.

Las nuevas tecnologías pueden cambiar el software de las ciudades pero ¿qué ocurre con su hardware? “Internet ha cambiado nuestras vidas pero todavía no ha cambiado nuestras ciudades”, apuntó a este respecto Vicent Guallart, arquitecto jefe en el Ayuntamiento de Barcelona, en una nueva sesión plenaria del Smart City World Congress que invitó al debate sobre el papel de los planificadores urbanísticos en el diseño de los espacios urbanos en los que deberemos vivir y trabajar en el futuro.

Los urbanistas han desarrollado un papel fundamental en los momentos clave de la historia de las ciudades, tal como demostró Guallart al repasar el desarrollo urbano de Barcelona durante sus 2000 años de existencia. Pero, ¿y ahora qué?, ¿qué es lo siguiente? se preguntó en voz alta. La cuestión clave, según Guallart, es comenzar sabiendo qué es exactamente una ciudad. “Podemos diseccionar un cuerpo humano y doctores de todo el mundo reconocerán una misma anatomía y utilizarán una terminología común para resolver o investigar un determinado problema. Hoy por hoy no podemos hacer lo mismo con las ciudades”, afirmó. Es por ello que el equipo de Guallart trabaja desde hace diez años en la elaboración de un modelo capaz de definir esa anatomía de las ciudades. Es el llamado “City Protocol”, una especie de “DNI de las ciudades” y un modelo que Barcelona quiere impulsar a nivel mundial.

Guallart dibujó brevemente dicho modelo, basado en cinco principales sistemas correspondientes a las áreas de Información, Agua, Energía, Movilidad y Producción. En este último ámbito, el que ha de hacer que las ciudades continúen atrayendo por los puestos de trabajo que generan, es en el que pueden incluirse la sorprendentes propuestas de Neil Gershenfeld y del Center Bits and Atoms que dirige este físico norteamericano. De este centro de investigación del Massachusetts Institute od Technology (MIT) nacen iniciativas como los Fab Lab, factorías en las que se utilizan ya máquinas de última generación capaces de crear objetos a partir de tecnologías digitales. Las implicaciones de estas Fab Lab supondrían toda una revolución respecto a la tendencia general durante el último medio siglo de sacar de las ciudades la producción industrial.

Una nueva revolución industrial

“Los administradores públicos no debemos ser sólo gestores, también debemos ser inventores de las ciudades”, había declarado Vicent Guallart. Propuestas como las de estos Fab Lab invitan a convertir de nuevo en ciudades industriales los núcleos urbanos que llevan años queriendo ser definitivamente postindustriales. “En lugar de llevar los trabajos fuera de la ciudad esta nueva revolución industrial permitiría producir de forma local todos los productos consumidos por los ciudadanos de una determinada población”, declaró Gershenfeld. De esta forma, continuó, se lograrían finalmente ciudades verdaderamente autosuficientes. “Una solución –sentenció- que evitaría el desastre económico y ecológico al que aboca el actual sistema de producción global”.

Otros ponentes hicieron referencia también a esa necesaria innovación a la hora de planificar los núcleos urbanos. “Apenas estamos empezando a imaginar la ciudad del futuro”, sentenció Gunter Pauli, emprendedor y fundador de Zero Fundation, quien describió varios proyectos que con la innovación extrema como elemento más característico abogan por soluciones no sólo más saludables, bellas y sostenibles, sino también mucho más económicas. Entre otras, unas placas solares capaces de capturar energía por ambos lados, casas construidas totalmente de bambú o un colegio en Suecia diseñado para renovar todo el aire de las aulas cada media hora.

Cuestión de prioridades

En la misma línea de pensamiento en términos de innovación se manifestó Nader Tehrani, Director del Departamento de Arquitectura del MIT, para quien el elemento clave de la planificación urbanística ha de encontrarse en la intersección entre diseño y esencia, entre forma y contenido. “Diseñar para las smart cities es diseñar una Killer Application, algo que canvia completamente el mercado y se convierte en la referencia para todo”, sentenció. Tehrani mostró alguno de los proyectos que responden a esa filosofía, como la llamada Casa de la Roca, en la que un muro de grandes dimensiones integra sensores de luz que le permiten contraerse o expandirse según las condiciones lumínicas.

Ismael Fernández, Presidente de ISOCARP, fue más pragmático: “Muchas ciudades tienen prioridades mucho más acuciantes que las de llenar sus calles de sensores”, declaró. El problema, según Fernández, es que las ciudades que actualmente se encuentran en crecimiento no siguen ideas sino tendencias. Por ello es necesario un cambio de paradigma que modifique de forma radical la manera en la que hoy se intentan solventar los problemas. Un paradigma que, según el presidente de ISOCARP, ha de hacer que “el estilo de vida del urbanita conforme la ciudad y no al revés”. Un paradigma no demasiado alejado de la visión de smart city de la compañía tecnológica ATOS expuesta por el director de su departamento R&D&I José Mª Cavanillas y que tiene como uno de sus pilares principales los desarrollos “citizen-centric”.

 
 
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