Arquitectura, Hormigón y Sostenibilidad

El pasado 21 de junio se celebró en el Palacio de Altamira, sede madrileña del Instituto Europeo de Diseño, la jornada Arquitectura, Hormigón y Sostenibilidad, organizada por la división de Eventos y Formación del portal CONSTRUIBLE y que contó para su promoción con el apoyo del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid y la Fundación Arquitectura.

Cerca de un centenar de profesionales asistieron a la jornada, de acceso gratuito y patrocinada por las empresas Lafarge, Cemex, Ulma y Pavimentos de Tudela, para escuchar las intervenciones de un elenco de ponentes a los que dio paso Inés Leal, arquitecta y directora del portal CONSTRUIBLE, quien destacó, en su intervención inaugural, el protagonismo que el hormigón, “el segundo elemento más utilizado, después del agua”, ha tenido a lo largo de sus años de historia en la arquitectura, “y los importantes esfuerzos que la industria está realizando para que este material sea reconocido por parte de los prescriptores, no sólo como elemento constructivo imprescindible, sino también respetuoso con el medioambiente”, dijo.

Leal aludió, entre otras cosas, al lugar en el que se celebraba la jornada, un palacio proyectado por el arquitecto Ventura Rodríguez en 1772 y monumento Histórico Artístico Nacional desde 1977 que además, fue objeto de una compleja rehabilitación dirigida por Gabriel Allende, uno de los ponentes invitados, para evidenciar una de las características más significativas del hormigón, su durabilidad: “sin duda, la permanencia en el tiempo también debe ser entendida como un criterio de sostenibilidad”, señaló.

La sostenibilidad no es sólo ambiental

Abrió el turno de ponentes invitados el ingeniero industrial Arturo Alarcón Barrio, del Instituto Español del Cemento y sus Aplicaciones (IECA), quien defendió que la sostenibilidad no es sólo ambiental y abundó en la necesidad de una aproximación al ciclo de vida del edificio, teniendo en cuenta que la fase de uso es la más importante, “puesto que el análisis del ciclo de vida completo es la única herramienta capaz de establecer una valoración fiable de la sostenibilidad”.

Alarcón señaló que “la sostenibilidad no es sólo ambiental. Existen propiedades de los materiales de construcción que se manifiestan a nivel de edificio e influyen en su sostenibilidad, también a nivel social y económico, donde los aspectos relacionados con la seguridad, la durabilidad, la resistencia frente al fuego, el aislamiento acústico, la capacidad de resistir actos vandálicos o acciones accidentales provocadas por la propia naturaleza (seísmos, etc.), los gastos de conservación y mantenimiento y los gastos en que incurre el usuario para habitar en el edificio confortablemente, comprometen los recursos que el usuario destina a lo largo de toda la vida útil del edificio y por tanto, tienen importancia en la determinación de la sostenibilidad de una solución concreta.

¿Que propiedad puede aportar el hormigón a la sostenibilidad desde el punto de vista ambiental a nivel de edificio? ¿Se puede medir la diferencia en el consuno de energía variando la inercia térmica del mismo? ¿Se compensa, en términos económicos y de energía incorporada, la diferencia entre una solución tradicional y una solución de hormigón?

Al hilo de todas estas preguntas, Alarcón llamó a una reflexión sobre una nueva manera de hacer uso de materiales, más allá del meramente estructural, y para ello exhibió un ejemplo comparativo de dos edificios, uno convencional, basado en una estructura tradicional de pórticos de hormigón armado y fachada de ladrillo con aislamiento por el interior, y otro, exacto en cuanto a forma y tamaño, pero con envolventes y particiones interiores a base de pantallas de hormigón.

La comparativa evidenció el modo en el que estas nuevas exigencias pueden conllevar oportunidades en el diseño de las estructuras para aprovechar todo su potencial, en especial en lo que se refiere a la posibilidad de obtener ahorros de energía. Las pantallas, además de la función estructural, proporcionan el aislamiento acústico y dotan al edificio de una mayor inercia térmica, con lo que se demuestra que se obtienen, en función de la zona climática, ahorros relevantes de energía en climatización y por tanto de sus emisiones de CO2 asociadas.

Centro Cívico Ibaiondo, en Vitoria-Gasteiz

El segundo ponente fue Jesús Armendáriz, arquitecto del estudio ACXT-IDOM, quien vino invitado por ULMA Hormigón Polímero para hablar sobre esta colosal construcción sostenible que, con sus 14.000 metros cuadrados de superficie, se ha convertido en el equipamiento social más vanguardista de la ciudad, que alberga servicios tan variados como un teatro, piscina lúdica y de natación, solarium, cafetería, polideportivo, biblioteca, talleres y oficinas de atención al ciudadano.

Armendáriz, que firma el proyecto junto con Amaia Los Arcos y David Resano, tuvieron clara la elección del hormigón polímero desde la fase de concurso del proyecto, ya que se valoraron muy positivamente, y como una oportunidad de experimentación, las posibilidades que ofrecía este material en cuanto a sus texturas y acabados.

ULMA Hormigón Polímero ha revestido con fachada ventilada el Centro Cívico Ibaiondo, presentando un efecto óptico singular gracias a la textura minionda, un modelo de placa estándar que consta de una serie de volúmenes, creando unas ondas con un paso de 15 mm. Esta textura, con paneles del mismo color y estrías colocadas en distintas direcciones, permite conseguir un efecto óptico de policromatismo que varía a lo largo del día, aportando diferentes matices que enriquecen el acabado final de la fachada.

El hormigón polímero es un material prefabricado de gran resistencia y durabilidad, y sus características de impermeabilidad permiten reducir los costes de mantenimiento (sostenibilidad económica), ya que la limpieza se puede realizar fácilmente con agua y jabón.

Por otro lado, que la solución constructiva fuera fachada ventilada, fue uno de los factores que permitieron que el edificio haya podido obtener la calificación energética B, lo que evidencia su sostenibilidad energética.

Sistemas industrializados de hormigón

Correspondió a Pau Casaldaliga, responsable de investigación e innovación en el estudio Pich-Aguilera Arquitectos e invitado por CEMEX, la tercera de las ponencias, en la que defendió los aspectos de sostenibilidad de la innovación en sistemas industrializados de hormigón, que ilustró con dos ejemplos, unas viviendas sociales en Vitoria y la casa bioclimática Kyoto.

El primero de los proyectos corresponde a un edificio plurifamiliar de planta baja más ocho alturas y un ático, destinado a vivienda social y que propone la separación de la unidad edificatoria en tres edificios independientes, vaciando la rótula de sus encuentros para permitir una permeabilidad entre la calle y el espacio libre interior.

El estudio catalán propuso una volumetría compacta, cuya expresión surge de la continuidad del enlace entre los distintos sistemas que componen el edificio. La cubierta metálica curvada es una envolvente, más que un remate, y las aberturas en fachada son holguras entre macizos, más que perforaciones.

 

El edificio se plantea desde la industrialización y la optimización del proceso constructivo, con el objetivo de minimizar el consumo de recursos y de energía, mejorar la calidad resultante, así como las condiciones de trabajo y seguridad en obra.

Para poder atender estructuralmente un edificio de nueve plantas desde sistemas industrializados, los arquitectos de Pich-Aguilera propusieron dos partes claramente diferenciadas. Por un lado el zócalo de la edificación y sus cimientos, que se resuelven con la inclusión de algún elemento “in situ”, mientras que las plantas de vivienda propiamente dichas se propusieron totalmente prefabricadas, mediante elementos de hormigón armado y pretensado con rigidización posterior.

El proyecto trata de llevar hasta el límite la fabricación por componentes y su ensamblaje (industrialización), proponiendo una formalización que exprese directamente la manera propia de concebir el edificio.

En cuanto al segundo proyecto, la casa Kyoto, se trata de un edificio diseñado con el objetivo de tener el menor impacto medioambiental, lo que le valió el Premio Endesa a la Promoción Inmobiliaria Más Sostenible 2008.

Construida con productos prefabricados, tiene 250 m2, distribuidos en tres plantas y su estructura versátil permite posibles readaptaciones, a diferencia de la rigidez de otros proyectos, pudiendo personalizar distribuciones, materiales e invorporar sistemas más o menos sofisticados de producción y eficiencia en el consumo interior de la vivienda.

“La solución constructiva modular industrializada permite la flexibilidad de espacios y evolución de la vivienda a nuevos usos”, señaló Casaldaliga, quien comentó que en la casa Kyoto, fachadas (aperturas y formas) y distribución interior han sido estudiadas para conseguir el máximo aprovechamiento del calor y la luz natural, mientras que los componentes de hormigón prefabricados (pilares, jácenas, paneles de fachada y placas para forjados) permiten su montaje seguro y rápido.

“Las paredes de hormigón de las fachadas mantienen la inercia de calor o frío hacia el interior de la vivienda. Un comportamiento muy semejante al que tienen las antiguas masías catalanas”, dijo el arquitecto.

El hormigón, en un proyecto LEED Oro

El arquitecto Gabriel Allende, que como antes señalamos, se encargo además de la rehabilitación del palacio en el que se celebraba la jornada, fue el encargado de cerrar el ciclo de intervenciones, invitado por LAFARGE, para lo que desgranó a los asistentes el proyecto de edificio de oficinas Tripark, ubicado en la localidad madrileña de Las Rozas, con el que quiso evidenciar que utilizando el hormigón, también se puede llegar a proyectar un edificio de excelencia sostenible.

Con 32.428 metros cuadrados y 1.131 plazas de aparcamiento, este edificio ha obtenido la precertificación LEED Oro de sostenibilidad gracias a la tecnología empleada, que contribuye a un eficiente ahorro energético. La envolvente del edificio ha sido diseñada teniendo en cuenta las distintas orientaciones combinando la eficiente protección frente a la radiación solar con un uso apropiado de la luz natural y el contacto visual con el exterior.

 

“LEED nos ha permitido cuantificar el impacto del proyecto en el medio ambiente, evaluar el impacto en la salud y el bienestar de los ocupantes, además de ser una herramienta para mejorar la rentabilidad y productividad del edificio y de sus futuros usuarios. Además de proporcionar estrategias para conseguir un edificio sostenible, la certificación LEED supone una ventaja en el Mercado sobre los competidores y posibilita demostrar frente a terceros nuestro compromiso con la sostenibilidad”, dijo Allende.

En definitiva, se trató de un evento por y para arquitectos, como protagonistas de la prescripción de materiales en los proyectos de edificación, que sirvió para acercarles un poco más este material y los criterios que avalan sus cualidades en cuanto a sostenibilidad y eficiencia energética, a través de la experiencia práctica de varios profesionales y estudios de reconocido prestigio que lo han utilizado en proyectos emblemáticos por su carácter sostenible y que avalan la solidez del trinomio entre arquitectura, hormigón y sostenibilidad.

 
 
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