Un estudio revela que crecer en vecindarios verdes beneficia el desarrollo del cerebro

Gráfico materia gris cerebro

Un estudio publicado en Environmental Health Perspectives y liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en colaboración con el Hospital del Mar y la UCLA Fielding School de Salud Pública (UCLA FSPH) muestra por primera vez que la exposición a espacios verdes durante la infancia se asocia con cambios estructurales beneficiosos en la anatomía del cerebro.

La exposición prolongada al verdor se asoció positivamente con el volumen de materia blanca y gris en algunas partes del cerebro.

El Doctor Payam Dadvand, autor principal del estudio, afirmó que «este es el primer estudio que evalúa la asociación entre la exposición a largo plazo a los espacios verdes y la estructura del cerebro».

El análisis de datos mostró que la exposición prolongada al verdor se asoció positivamente con el volumen de materia blanca y gris en algunas partes del cerebro, las cuales se superpusieron parcialmente con las asociadas con puntuaciones más altas en las pruebas cognitivas.

Además, los volúmenes máximos de materia blanca y gris en las regiones asociadas con la exposición a los espacios verdes predijeron una mejor memoria de trabajo y una menor falta de atención, que se encuentran entre las funciones cognitivas más importantes.

Niveles más bajos de contaminación

Se considera que el contacto con la naturaleza es esencial para el desarrollo del cerebro en los niños. Un estudio previo del proyecto BREATHE con 2.593 escolares de entre 7 y 10 años mostró que a lo largo de los 12 meses de duración del estudio los escolares de centros con mayor espacio verde al aire libre tuvieron mayor incremento en la memoria de trabajo y mayor reducción en la falta de atención que aquellos que asistían a colegios con menos verdor.

La hipótesis de la biofilia sugiere que existe un vínculo evolutivo de los humanos con la naturaleza. En consecuencia, se argumenta que los espacios verdes proporcionan a los niños oportunidades de restauración psicológica y estimulan ejercicios importantes como el descubrimiento, la creatividad y la asunción de riesgos, lo que a su vez se cree que influye positivamente en diferentes aspectos del desarrollo del cerebro.

El investigador de ISGlobal y último autor del estudio, Jordi Sunyer, considera que “este estudio suma nuevas evidencias sobre los beneficios de transformar nuestras ciudades
incrementando el entorno natural”.

Las áreas verdes a menudo presentan niveles más bajos de contaminación del aire y de ruido y pueden enriquecer los aportes microbianos del medio ambiente, todo lo cual podría traducirse en beneficios indirectos para el desarrollo del cerebro.

 
 
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