Ecologistas en Acción destaca que la incineración de residuos derrocha energía, afecta al clima y destruye recursos.

Las actividades desarrollasas en el 5º Día de Acción Global contra la Incineración de Residuos, coincidieron en que limitar la generación de residuos y reciclar son estrategias esenciales para ahorrar energía. Por el contrario, la incineración genera un aumento del consumo de energía y de las emisiones de gases de efecto invernadero.


Además, la incineración dispersa en la atmósfera dioxinas y furanos, unos contaminantes extremadamente peligrosos para el medio ambiente y la salud. Actualmente en España existen 11 incineradoras en funcionamiento en 7 Comunidades Autónomas (Palma de Mallorca, Tenerife, Girona, Lleida, Tarragona, 2 en Barcelona, A Coruña, Bilbao, Madrid y Melilla) y una en proyecto en Donosti (Guipúzcoa). En 2005, estas instalaciones quemaron cerca de 1,8 millones de toneladas de residuos.


Aragón y Andalucía no cuentan con esta opción de tratamiento y Cataluña parece orientarse hacia la eliminación de las incineradoras existentes.


Los contratos que firman los ayuntamientos con las incineradoras exigen que se queme determinada cantidad de basura al día. Esta situación desanima cualquier iniciativa destinada a mejorar las estrategias de prevención de la generación de residuos y desvía fondos de los programas de reciclaje y compostaje.


La alternativa a la incineración son los planes de Basura Cero que ofrecen soluciones a las administraciones para reducir la cantidad y toxicidad de los residuos a través de programas de prevención, de reciclaje y de compostaje.


Prevenir la generación de residuos y reciclar ahorra energía porque evita la extracción y procesamiento de materia prima virgen, unos procesos que consumen grandes cantidades de energía y que son necesarios para reemplazar los materiales eliminados. Este menor uso de energía redunda en una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.


Mas de 1200 científicos, profesionales de la salud y del medio ambiente y de la enseñanza, de diversas instituciones europeas, de la Unión Europea y de la Organización de Naciones Unidas, sin intereses en las grandes inversiones que las incineradoras conllevan, se han pronunciado sin ninguna ambigüedad acerca de los efectos nocivos de las incineradoras sobre el medio ambiente y sobre la mortalidad y morbilidad poblacional, presionando a los gobiernos y exigiendo el cumplimiento de los compromisos firmados en el Convenio de Estocolmo. Hay soluciones alternativas, pero requieren la voluntad industrial y política de acometerlas.

 
 
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