El proyecto CIRCE analiza los determinantes sociales y las consecuencias del cambio climático en el Mediterráneo.

La región mediterránea se caracteriza por ser un área heterogénea, integrada por países que presentan condiciones climáticas y sociales diferentes. Por ejemplo, la agricultura de Francia dista de asemejarse a la de Marruecos. Los recursos hídricos en países del sur de Europa como España, Italia y Grecia escasean, mientras que en algunas regiones existe un gran potencial de generación de energía hidroeléctrica.

Estudiar las consecuencias del cambio climático en una región como la mediterránea supone “diseñar soluciones locales que contribuyan a un bien colectivo”, explica Ana Iglesias, profesora del Departamento de Economía y Ciencias Sociales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid, y coordinadora de la participación de esta Universidad en el proyecto europeo CIRCE (Climate Change and Impact Research: the Mediterranean Environment). Un proyecto que tiene como objetivos evaluar los impactos físicos y sociales del cambio climático en el Mediterráneo, así como aportar soluciones adaptadas a las condiciones locales.

Este estudio de investigación reúne a 17 países de Europa, Medio Oriente y del norte de África, incluyendo a Siria y a Israel. “Por primera vez dos países en conflicto participan en un proyecto de este tipo y trabajan juntos”, destaca la profesora de la UPM. Su responsabilidad en el proyecto CIRCE es la de coordinar la línea de investigación que desarrollará la Universidad Politécnica de Madrid, “Estrategias Relevantes para la Sociedad”, que buscará soluciones al sector agrario y a la gestión de recursos hídricos ante la amenaza del cambio climático.

Pionero en evaluar el factor sociológico del cambio climático

Con trece líneas de investigación y una inversión de más de 10 millones de euros que financia la Comisión Europea, CIRCE analizará la variabilidad climática, siendo uno de los primeros estudios que trata relacionar las componentes física y social del cambio climático. El proyecto pretende proponer políticas para afrontar sus consecuencias y buscar soluciones a las mismas, considerando las diferencias regionales de cada uno de los países.

“Muchos de los proyectos que se han desarrollado hasta ahora proporcionan estimaciones de cambios en las variables físicas a escala global”, señala Ana Iglesias. Sin embargo, CIRCE se centra en la integración de las variables físicas y sociales en el Mediterráneo, región caracterizada por grandes particularidades.

Los científicos se enfrentarán a los cambios que introducirá la variabilidad climática en un futuro para ofrecer soluciones desde modelos globales a realidades concretas a nivel regional. Soluciones a escala local para problemas locales, ya que “es muy difícil ofrecer una solución en cuanto a la gestión del agua en Reino Unido que sea válida para España o para Marruecos¨, subraya la investigadora.

Soluciones para la agricultura y la gestión del agua

El proyecto también valora la repercusión más directa del cambio climático en la producción de alimentos, migración, turismo, salud y mercados de energía. “La producción de alimentos no sólo depende de la producción de cultivos, sino también de los hábitos de consumo y éstos están cambiando”, considera Ana Iglesias para quién un sector agrícola más tecnificado quizá no sea “la solución para el futuro”, ya que el consumo de productos locales, elimina el transporte, “una de las principales fuentes de emisión de gases efecto invernadero”. Y añade, que “ya hay industrias agrarias y de distribución que tienen esto en consideración y utilizan sistemas agrarios, de transporte y mantenimiento, compatibles con el medioambiente y sin perjuicios para la población”.

Por otra parte, la gestión de agua y energía son sectores que presentan grandes conflictos en la zona. Por ejemplo, “en el norte de África, la producción de energía es una de las alternativas económicas y determina muchas de las respuestas sociales de estos países”, asegura la investigadora de la UPM.

Para Luis Garrote, catedrático de Ingeniería Hidráulica en la ETSI Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, otro de los investigadores de CIRCE, la subida de las temperaturas y el descenso de precipitaciones “provocarán que los recursos hídricos de los que dispongamos sean menores. Es necesario afrontar su gestión para hacerla más robusta”.

Enfermedades emergentes

La novedad del proyecto será valorar el factor sociológico del cambio climático, pues “su efecto más directo en las personas afectará a la salud¨, indica Ana Iglesias. La Organización Mundial de la Salud, que también participa en CIRCE, ha elaborado un estudio preliminar para determinar las enfermedades emergentes que se pueden desarrollar a consecuencia del cambio climático y de las que ya hay indicios. ¨La malaria, erradicada en Europa desde hace más de cien años, podría ser una enfermedad emergente en regiones como Venecia, donde el aumento de la temperatura y la humedad lo harían posible”, resalta la profesora de la ETSI Agrónomos.

Otras enfermedades emergentes podrían ser transmitidas a través del agua. El descenso de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas en un futuro darían lugar a la disminución de la cantidad de agua en el Mediterráneo. En consecuencia, el agua estaría más contaminada debido a que los productos químicos perjudiciales para la salud estarían más concentrados.

Participación española

La implicación española en el proyecto es alta debido a los numerosos grupos de investigación de nuestro país que trabajan en temas relacionados con el cambio climático. Desde de la Universidad Politécnica de Madrid participa la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos en colaboración con la ETSI de Caminos.

El proyecto, que pertenece al VI Programa Marco de I+D de la Unión Europea, está desarrollado por un consorcio científico formado por 64 socios y coordinado por INGV-National Institute of Volcanology adn Geophysis (Italia). Por parte española, junto a la Universidad Politécnica de Madrid intervienen también en este trabajo el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y la Fundación Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM).

 
 
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