Greenpeace reta a diez ciudades españolas a convertirse en urbes sostenibles

bicicletas circulando por la ciudad

Greenpeace, dentro de su campaña de Consumo, ha lanzado un reto de revolución urbana a diez ciudades españolas. En ellas Greenpeace va a trabajar y hacer incidencia para demandar modelos sostenibles que integren la lucha contra el cambio climático, reviertan la pérdida de biodiversidad y creen espacios amables y sanos para las personas.

Las ciudades deberían optar por sistemas de movilidad sostenibles a través de Planes de Movilidad, tanto urbanos como metropolitanos.

Las ciudades elegidas son Madrid, Albacete, Barcelona, Palma, Pamplona, Santiago de Compostela, Sevilla, Soria, Valencia y Zaragoza  y en el documento Tu consumo lo cambia todo recogen las áreas en las que es prioritario que estas comiencen a trabajar y las posibilidades que tienen de cambio.

Se busca que sean urbes más humanas, más saludables, más eficientes, menos contaminadas, con menos residuos. Espacios donde la calidad de vida, la reparabilidad, el intercambio, las nuevas economías y la comunidad tengan un peso fundamental.

Las ciudades, catedrales del consumo

El 80% de la ciudadanía española vive en ciudades y por eso son los lugares donde se consume más agua, más energía, donde el transporte causa mayores índices de contaminación, donde se consumen más productos de usar y tirar o donde se generan más residuos.

En su trabajo con las ciudades Greenpeace dirigirá sus actuaciones hacia aquellos sectores que tienen más impacto en el medio ambiente y más potencial de cambio y estos serán sus objetivos:

Los cambios a realizar en Madrid

En materia de movilidad debería implementar por completo el plan A19 y tomar medidas más valientes y restrictivas que eviten las constantes “boinas” de la ciudad; entre ellas la remodelación de lo que se denominan “autopistas urbanas” que facilitan y atraen todo ese tráfico a Madrid, como es el caso de la A5.

Madrid también ha firmado el pacto de Milán con el que pretende garantizar un sistema alimentario más justo y respetuoso con la salud de las personas y del planeta y que contribuya a reducir la huella ecológica en cuanto a la producción y distribución de los alimentos. A raíz de la firma del pacto de Milán puso en marcha una estrategia alimentaria que espera su presentación pública.

Desde Greenpeace esperan que esta estrategia se materialice con políticas públicas que contemplen, entre otras cosas, la reducción del consumo de carne y otros derivados animales provenientes de la ganadería industrial y un apoyo decidido a las opciones donde predominen los alimentos de origen vegetal, ecológicos y locales.

En cuanto a gestión de residuos y limpieza viaria, si implantara un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) se ahorraría 24 millones al año, solo por este concepto.

 
 
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