El aislamiento térmico es el material que se instala en los elementos constructivos que separan el interior del exterior de un edificio con objeto de reducir la transmitancia térmica y aumentar el rendimiento energético. La mejora del aislamiento térmico se traduce en un ahorro del consumo energético, por tanto de las facturas de calefacción y refrigeración, y en el aumento del confort interior.
Un menor consumo energético conlleva asimismo a minimizar las emisiones de CO2 y COV.

Un mal aislamiento conduce a una pérdida de energía, tanto si se quiere guardar el calor interior en invierno como mantenerlo fresco en verano. Para ello se usan materiales con coeficiente de conductividad térmica baja.
La lana mineral, la lana de vidrio, la madera, el corcho o el aire, son algunos de los aislantes que, además de cumplir su función, son naturales y por tanto respetuosos con el medioambiente.