El cable de distribución de energía eléctrica más potente del mundo reduce las emisiones de CO2 de la generación eléctrica.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Autónoma de Barcelona han presentado, en la ciudad condal, el proyecto Supercable para crear el cable de distribución de energía eléctrica más potente del mundo. La nueva tecnología evita los problemas que se ocasionan por el aumento puntual de la demanda ya que transporta hasta cinco veces más energía que los sistemas actuales.

El nuevo cable es el primer sistema superconductor, al que le seguirán otros como los generadores, transformadores, motores o limitadores de corriente. La eficiencia de estos sistemas permitirá reducir las emisiones de CO2 que se producen al generar electricidad y aumentar la seguridad de las instalaciones.

El director del proyecto, Xavier Obradors, que trabaja en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (CSIC), señala la importancia de la investigación: “El proyecto es imprescindible porque el sistema eléctrico actual, del que dependemos hasta niveles insospechados, no podrá cumplir con la demanda. Un ejemplo reciente es el problema de suministro que sufre Barcelona, cuyas redes energéticas actuales son insuficientes. No es el primer caso, en 2003, la falta de suministro eléctrico en EE.UU. afectó a 40 millones de personas y causó más de mil millones de dólares en pérdidas”.

El nuevo modelo de cable utilizará el nivel de corriente más alto utilizado hasta la fecha, 3200 amperios de valor efectivo de corriente, frente a los 600 amperios actuales. El primer objetivo es la fabricación y el ensayo de un cable superconductor de 30 metros de longitud y una potencia de 111 megavoltioamperios a 20 kilovoltios de tipo dieléctrico frío.

“Con los nuevos sistemas superconductores el sistema eléctrico en su conjunto será más seguro, eficiente y limpio porque los transformadores serán ignífugos y se utilizarán limitadores de corriente para evitar la desconexión en cadena de transformadores y generadores. Asimismo, facilitará la inclusión de energías renovables con acumuladores de energía electromagnéticos, que servirán de tapón energético momentáneo durante los aumentos puntuales de la demanda eléctrica”, destaca Obradors.

El proyecto Supercable incluye el estudio de las mejoras de la integración en la red de estos cables superconductores de primera generación para aumentar el nivel, la eficacia y la densidad de distribución y el transporte de energía eléctrica en los entornos urbanos. Asimismo, esta tecnología permitirá reducir el impacto ambiental de las líneas eléctricas de alta tensión. “El consumo de energía crece continuamente en todo el mundo y la expectativa es que continuará haciéndolo, pero el actual sistema eléctrico no está preparado para afrontar la demanda. Un sistema eléctrico superconductor facilitaría que pueda satisfacerse dicha demanda a la vez que se disminuye la aportación de gases generadores de cambio climático”, añade el investigador del CSIC.

El proyecto ha recibido el premio Novare 2007 de eficiencia energética que concede Endesa, dotado con 500.000 euros y dirigido a financiar la investigación.

Superconductores de segunda generación

Otro de los objetivos del proyecto dirigido por Obradors es desarrollar nuevos superconductores de segunda generación. Estos nuevos materiales, con capacidad para transportar potencias superiores a los conductores actuales y con un bajo coste de producción, utilizarán metodologías innovadoras basadas en la deposición química.

“Las prestaciones de los nuevos conductores que queremos desarrollar son ampliamente superiores a las de los conductores de primera generación. Respecto a los sistemas actuales supone aumentar por un factor 50 la densidad de la corriente crítica”, apunta Obradors.

Asimismo, el equipo del CSIC coordina el nuevo proyecto Nanoselect, del programa Consolider-Ingenio 2010, en el que colabora la Universidad Autónoma de Barcelona, cuyo objetivo es investigar en la implementación de la nanotecnología en la superconductividad para aumentar las prestaciones de los materiales nanoestructurados.

 
 
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